sábado, 23 de octubre de 2010

REFLEXIONES SOBRE LA SITUACIÓN DE LA CRISIS.

Alcanzar el objetivo de “una recuperación mundial sostenida, equilibrada y sólida”, establecido en Pittsburgh por el Grupo de los Veinte (G-20), nunca iba a ser una tarea fácil. Requiere mucho más que volver a la situación anterior. Exige emprender dos acciones económicas esenciales y difíciles al mismo tiempo.

Primero, un reequilibrio interno: Cuando la demanda privada se desplomó, el estímulo fiscal ayudó a aliviar la caída del producto. Pero el estímulo fiscal tiene que dar paso finalmente a la consolidación fiscal, y la demanda privada debe ser lo suficientemente sólida como para tomar la iniciativa y respaldar el crecimiento.

Segundo, un reequilibrio externo: Muchas economías avanzadas, especialmente Estados Unidos, que dependieron demasiado de la demanda interna, ahora deben depender más de las exportaciones netas. Muchas economías de mercados emergentes, particularmente China, que dependieron demasiado de las exportaciones netas, ahora deben depender más de la demanda interna.

Estas dos acciones se están llevando a cabo con demasiada lentitud. La demanda interna privada permanece débil en las economías avanzadas. Esto refleja una corrección de los excesos de la etapa anterior a la crisis y las secuelas de la crisis. Los consumidores estadounidenses que se endeudaron demasiado antes de la crisis ahora están ahorrando más y consumiendo menos, y aunque esto es bueno a largo plazo, también frena la demanda a corto plazo. Los auges inmobiliarios han dado paso a las caídas inmobiliarias, y el escaso dinamismo de la inversión en vivienda se mantendrá por algún tiempo. Además, las deficiencias en el sistema financiero continúan restringiendo el crédito. El reequilibrio externo sigue siendo limitado. Las exportaciones netas no están contribuyendo al crecimiento en las economías avanzadas, y el déficit comercial de Estados Unidos sigue siendo cuantioso. Muchas economías de mercados emergentes continúan registrando grandes superávits en cuenta corriente y respondiendo a las entradas de capitales principalmente a través de la acumulación de reservas y no de la apreciación del tipo de cambio.Las reservas internacionales alcanzan un nivel sin precedentes y siguen aumentando. Esto resulta en una recuperación que no es ni sólida ni equilibrada y que corre el riesgo de no ser sostenida. Durante el último año, la acumulación de existencias y el estímulo fiscal impulsaron la economía. La primera está llegando a su fin. El segundo se está eliminando lentamente. El consumo y la inversión deben tomar la iniciativa ahora. Pero en la mayoría de las economías avanzadas, el escaso dinamismo del consumo y la inversión, junto con los limitados avances de las exportaciones netas, contribuyen al bajo nivel de crecimiento. El desempleo es elevado y apenas está disminuyendo. En cambio, en muchas economías de mercados emergentes, donde los excesos fueron limitados y las secuelas son pocas,el consumo, la inversión y las exportaciones netas están contribuyendo a un vigoroso crecimiento, y el producto vuelve a estar cerca de su nivel potencial.

¿Qué puede hacerse para mejorar las cosas?

En primer lugar, donde la demanda privada sea débil, los bancos centrales deberán seguir aplicando una política monetaria acomodaticia. Hay que ser realista, no obstante: No puede hacerse mucho más, y no cabe esperar demasiado de una mayor flexibilización cuantitativa o del crédito. Si bien no hay pruebas aún de que la persistencia de bajas tasas de interés esté dando lugar a la toma excesiva de riesgos, si estos riesgos se materializaran, deberían abordarse a través de la aplicación de medidas macroprudenciales, y no de aumentos de las tasas de interés de política. En segundo lugar, y donde sea necesario, los gobiernos deben avanzar en el saneamiento y la reforma financiera. Muchos bancos aún tienen un nivel insuficiente de capital, y la contracción del crédito está restringiendo algunos segmentos de la demanda. La titulización, que debe desempeñar un papel importante en cualquier sistema de intermediación que se establezca en el futuro, aún sigue estando moribunda. La reforma financiera está avanzando, pero persisten dudas con respecto a las instituciones“demasiado grandes para quebrar”, el perímetro de regulación y las cuestiones transfronterizas. Cuanto más rápidamente se reduzca la incertidumbre con respecto a la reforma, mayor será el respaldo del sistema financiero a la demanda y el crecimiento.

En tercer lugar, y también donde sea necesario, los gobiernos deben centrarse en la consolidación fiscal. Ahora lo esencial no es tanto retirar el estímulo fiscal, sino ofrecer planes creíbles a mediano plazo para la estabilización de la deuda y, finalmente, para la reducción de la deuda. Estos planes creíbles pueden incluir reglas fiscales, la creación de organismos fiscales independientes y reformas graduales de las prestaciones. No son comunes en la mayoría de los países, pero son esenciales y, una vez en marcha, brindarán a los gobiernos mayor flexibilidad fiscal para respaldar el crecimiento a corto plazo.

En cuarto lugar, las economías de mercados emergentes con importantes superávits en cuenta corriente deben acelerar el reequilibrio. Esto no solo será beneficioso para la economía mundial, sino también para estas economías. En muchos países, las distorsiones han dado lugar a un nivel de consumo demasiado bajo o a muy poca inversión. Convendría, por lo tanto, eliminar estas distorsiones y facilitar así un aumento del consumo y la inversión. En gran medida, las fuerzas del mercado en forma

de cuantiosos flujos de capital están impulsando a estos países en la dirección correcta. A menos que se compensen con una acumulación de reservas, estas entradas de capital darán lugar a una apreciación del tipo de cambio. Con la ayuda de medidas macroprudenciales y controles de capital, estos flujos contribuirán a reasignar la producción hacia bienes nacionales. Por último, si estos países aún están preocupados por las interrupciones bruscas de estos flujos, se podría mejorar la provisión de liquidez mundial y limitar la acumulación de reservas.

Todas estas piezas están interconectadas. Si las economías avanzadas no pueden reforzar la demanda privada —interna y externa— tendrán dificultades para lograr la consolidación fiscal. Además, las inquietudes con respecto al riesgo soberano pueden descarrilar fácilmente el crecimiento. Si el crecimiento se estanca en las economías avanzadas, a las economías de mercados emergentes les será difícil “desacoplarse”. La necesidad de diseñar cuidadosamente las políticas a nivel nacional, y de fortalecer la coordinación a nivel mundial, tal vez sea más importante hoy que en el peor momento
de la crisis, hace un año y medio.



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