El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, ha advertido que las presiones inflacionarias conllevarán subidas de tipos de interés y de que la economía británica se mantendrá "más débil" que la media del G7 hasta mediados de 2018 por la salida de la Unión Europea ("brexit").
"En general, los efectos de la desintegración del 'brexit' se puede prever que sean inflacionarios", aseguró el banquero central en conversación con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, en la sede del organismo en Washington.
Carney afirmó que así como el proceso de globalización había presionado a la baja los precios en las últimas décadas, la separación de la UE, como fenómeno "opuesto", provocará un aumento de la inflación.
"Será, al menos por un periodo de tiempo, un ejemplo de desglobalización, no de globalización. Sucederá de manera rápida, no lenta", subrayó.
En este sentido, Carney, quien previamente ocupó el cargo de gobernador del Banco Central de Canadá, señaló que "el 'brexit', comparado con la experiencia del último medio siglo, es una experiencia única".
El índice inflacionario en el Reino Unido ha crecido en el último año, impulsado por la depreciación de la libra esterlina tras la victoria del "brexit" en el referéndum del pasado año, y se encuentra cerca del 3 %, por encima del objetivo del banco central del 2 % anual.
En consecuencia, apuntó Carney, "el argumento para un modesto ajuste de la política monetaria se ha reforzado".
Aunque, a la vez, remarcó que la capacidad de respuesta por parte de la política monetaria es "limitada".
Actualmente, los tipos de interés del Banco de Inglaterra se encuentran en el 0,25 %, y de producirse una subida sería la primera en una década, tras las sostenidas rebajas para contrarrestar la aguda crisis financiera de 2008-2009.
Asimismo, dijo que es de esperar que la reducción en la inmigración en el Reino Unido, fruto de su salida del bloque europeo, contribuya a estas presiones inflacionarias.
"Caídas abruptas en la inmigración podrían dar lugar a escasez en algunos sectores que se han vuelto dependientes del trabajo de inmigrantes, y contribuir de manera material a las presiones inflacionarias", señaló Carney.
Los efectos de la incertidumbre acerca de la negociación del "brexit" entre Bruselas y Londres, cuya cuarta ronda se ha retrasado del 18 al 25 de septiembre para establecer las condiciones de salida británica, prevista para marzo de 2019, se están haciendo cada vez más evidentes.
La UE ha criticado la posición negociadora británica al destacar la falta de progresos sobre el acuerdo de divorcio, como la factura que deberá pagar Londres a las arcas comunitarias por su retirada.
Carney indicó hoy que, como resultado de estos factores y de la falta de claridad, "el crecimiento del Reino Unido se ha ralentizado en la primera mitad de 2017, aunque el del resto del G7 ( Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) está repuntando, y el crecimiento británico se espera que se mantenga más débil que la media del G7 hasta mediados de 2018".
"Recientemente, a medida que las consecuencias de la caída de la libra esterlina se han empezado a mostrar en las tiendas y exprimido los ingresos reales (de los hogares), éstos han recortado su gasto, y con ello ralentizado la economía", explicó.
A comienzos de agosto, el Banco de Inglaterra ya rebajó las previsiones de crecimiento del 1,9 % al 1,7 % para este año, y las de 2018 de 1,7 % a 1,6 %.
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