Cuando un activo estratégico se deprecia un 50 por ciento y su principal beneficiario está en una situación deudora, no hace falta ser un visionario para advertir problemas. La sombra del impago empieza a cernirse sobre este mercado. La estadounidense WBH Energy, empresa dedicada a la perforación de pozos para el fracking fue la primera en declararse insolvente y acogerse a la suspensión de pagos el domingo. Las agencias de calificación ya han empezado a advertir que puede haber más casos, la duda se cierne sobre estados como Venezuela o Rusia y empresas como la brasileña Petrobras y las relacionadas con el fracking en EEUU.
Con la deuda al cuello
La guerra de mundial de precios en el mercado del petróleo es una estrategia política y, como tal, dejará bajas. La situación más delicada es la del sector del fracking en EEUU, ya que sus precios de producción son los más elevados y el barril por debajo de 50 dólares ya genera pérdidas millonarias. Muchas pequeñas empresas se apalancaron para alcanzar el paraíso del petróleo por encima de 100 dólares y ahora se encuentran con la deuda al cuello. Si el flujo de caja se seca, podrían tener serios problemas, ya que según el Wall Street Journal, su apalancamiento alcanza el 55 por ciento. "Se han cometido excesos y muchos pueden empezar a pagarlo", apuntan fuentes del mercado.
Moody's cree que las compañías extractoras reducirán sus niveles de inversión para intentar hacer frente a sus deudas, lo que tendrá un gran impacto sobre las empresas de servicios petrolíferos, que es el sector donde reside el mayor temor al impago. Se trata de compañías que proveen materiales, tecnología y capital humano para las empresas productoras.
El sector de la extracción y producción de petróleo reducirá sus inversiones este año un 20 por ciento si el precio del petróleo avanza hasta 75 dólares, calculan desde Moody's. Sin embargo, si el barril sigue por debajo de 60 dólares habrá "recortes más drásticos de entre el 30 y el 40 por ciento", indica la agencia. Las compañías más vulnerables serán aquellas con una posición de mercado débil, baja diversificación, concentración geográfica o costes financieros elevados.
Las tres grandes agencias de rating han rebajado hasta en 58 ocasiones la calificación de la deuda de empresas del sector energético norteameriano en el último trimestre, una cifra histórica. Compañías como Key Energy Services o Seventy Seven Energy profundizan en su nota de bono basura y otras más grandes, como Diamond Offshore o Kinder Morgan Energy, se mantienen como grado de inversión, pero con un rating más bajo (ver gráfico).
"No debemos olvidar que el fracking tiene un factor político para EEUU, el de conseguir la independencia energética de Oriente Medio", explica Juan Ramón Caridad, Director del Master de Finanzas e Inversiones Alternativas FIA. Las autoridades estadounidenses son conscientes de este problema, y para mantener el sector con vida "están estudiando líneas especiales de financiación", indica Rodrigo Villamizar, profesor del IEB.
Venezuela, en la cuerda floja
En Venezuela los problemas se suceden a medida que el precio del crudo se hunde. Las grandes agencias de calificación se han centrado en Rusia y principalmente, en Venezuela. El pasado 18 de diciembre Fitch rebajó su rating en dos escalones, desde B- hasta CCC, el último peldaño antes del impago, por su parte, S&P ya se lo había rebajado hasta CCC+ el 16 de septiembre. Niveles que significan que "el impago es una posibilidad real". También lo cree así el mercado, que ha llevado al seguro contra su impago (CDS) por encima de 4.000 puntos, el más caro del mundo. "Venezuela está al borde del default, creo que es inminente", advierte Villamizar. Las tres grandes agencias creen que tiene muy complicado pagar sus obligaciones internacionales dado su bajo nivel de reservas.
Rusia también está en el foco de las agencias de rating. S&P puso su calificación en perspectiva negativa el pasado 23 de diciembre y, teniendo en cuenta que se sitúa solo un peldaño del bono basura, no sería extraño que perdiese el grado de inversión. En su caso, la posibilidad de default es menor, ya que el país ha acumulado en estos años más de 0,4 billones de dólares de reservas, volumen suficiente "para hacer frente a sus pagos durante dos o tres años", explica Villamizar.
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